Conozco a Adela desde hace trece años. Yo comenzaba la Universidad, había decidido estudiar Química. Todo era nuevo para mí. Ella impartía clases de química inorgánica. Nada había llamado mi atención hasta que acudí a una de sus tutorías. Allí encontré algo más que una profesora dispuesta a resolver dudas de la clase de turno, me topé con una persona preocupada por sus alumnos, cercana y con ganas de trabajar. A lo largo del cuatrimestre infundió en mí ganas de aprender, progresar y destacar. Nuestra relación no terminó, ni muchísimo menos, al acabar el primer cuatrimestre. Aunque ya no era mi profesora se había convertido en mi mentora. A lo largo de mis años como estudiante en la facultad no sólo me asesoró en aspectos académicos, también me dio la oportunidad de conocerla en todas sus facetas, hija, madre, esposa, amiga…así como sus inquietudes, no sólo por la ciencia, sino por el mundo, las personas y sobre todo las mujeres de cualquier país o circunstancia.
Nuestra relación prosiguió y se convirtió en codirectora de mi tesis. A esas alturas Adela había comenzado a plasmar sus visión del mundo en artículos de prensa, alguno de los cuales yo recibía incluso antes de ver la luz. Así, estos artículos de opinión se convirtieron en la excusa perfecta para dialogar con ella de temas de interés general más allá de nuestra relación científica. No siempre hemos estado de acuerdo en los temas que abordamos, pero lo que siempre me ha demostrado es una gran capacidad de escucha y de reflexión sobre las opiniones propias y ajenas, algo que a día de hoy es digno de elogiar.
El tiempo pasaba y ella decidió escribir un libro sobre el veneno – un inciso para quien no conozca el libro, es altamente recomendable. El nivel de detalle y la cantidad de datos son ejemplos de la dedicación y la pasión que Adela pone en cada empresa que aborda-. Uno de los recuerdos más recurrentes que me han dejado estos años es llegar a su despacho en la facultad de química, abrir la puerta y ver a Adela sumergida en pilas de libros buscando información, trabajos, exámenes,…
El día de mi tesis Adela competía con mi madre por ver quién estaba más orgullosa. Durante todo este tiempo ella me había apoyado y aconsejado en los buenos y no tan buenos momentos. Entre tanto yo había conseguido un contrato de Profesor Sustituto Interino en el departamento de química inorgánica, lo que nos hizo “colegas” por algún tiempo. Adela siempre estuvo ahí para ayudarme y enseñarme en el, a veces subestimado, arte de la docencia. Además, las conversaciones sobre la situación de la ciencia y de la universidad en general (y la de Sevilla en particular) no se hicieron esperar. Como joven investigadora con el título de doctorado recién obtenido, me interesaba (y me sigue interesando) cómo poder desarrollar un buen currículum y una carrera científica. Entonces vi que hay gente que se preocupa por este aspecto y que tiene ganas de que las cosas cambien.
A día de hoy llevo un año y once meses en Alemania con un contrato Postdoctoral. Yo creo en las estancias en el extranjero, creo que esta experiencia personal y profesional nos hace mejores investigadores. Vine con una excedencia de mi contrato de Profesor Sustituto Interino y ahora se cumple el plazo límite para reincorporarme. Sin embargo, esto no va a pasar, rechazo el contrato con la Universidad de Sevilla y renuevo el que tengo en el Instituto de Nuevos Materiales de Saarbrücken, pues las condiciones aquí son mucho mejores. Espero que esto cambie un día y que la US y España puedan recuperar el talento que allí se forma.
Las circunstancias han impedido que sigamos trabajando juntas y, aunque a lo largo de estos años he aprendido mucho de profesores, compañeros y alumnos, yo, que en estos momentos trabajo con doctorandos, siempre tengo presente las enseñanzas de la que ha sido, es, y será siempre mi Maestra.
LGG
Leibniz-Institut für Neue Materialien gGmbH
Campus D2 2, 66123 Saarbrücken, Alemania