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Reflexiones de Patricia García Duque

La universidad, esa etapa con la que todos soñamos y que estamos deseando alcanzar, que se viene abajo cuando por fin, después de trabajar duro para conseguir nuestros objetivos nos damos de bruces con la realidad universitaria.

El primer día llegamos desorientados y únicamente nos explican cosas que al regresar a casa ni recordamos, en vez de enseñarnos algo importante. No nos cuentan cómo se instala el wi-fi, como puedes conseguir el carné universitario o algo tan vital como buscar un libro en la biblioteca…

Las primeras semanas son las más duras; los profesores no nos conocen y en muchos casos ni lo pretenden, algo que es muy importante para crecer como estudiantes.

La universidad debería ser un lugar de enriquecimiento cultural en el que pudiéramos expresarnos y nos enseñaran a pensar por nosotros mismos con criterio, desgraciadamente eso ha cambiado solo importa estudiar de memoria para superar un examen y aprobar. Queremos aprender, sobre lo que con suerte será nuestro modo de vida, pero en muchos casos acabamos la carrera sin saber lo que necesitamos para incorporarnos al mundo laboral.

Es necesario tener dinero para estudiar, porque además de que las tasas son muy altas, una persona que no sea un estudiante brillante y además tenga problemas económicos no tiene posibilidad a obtener una beca, esto hace que poco a poco volvamos a los años en los que solo estudiaban los hijos de las familias con gran poder adquisitivo y que haya personas que tengan que dejar los estudios porque no pueden permitírselo.

A lo largo del curso comenzamos a darnos cuenta que los profesores de la universidad, muchos de ellos ilustres personas en su ámbito de estudio, no saben dar clase, leen diapositivas o libros durante una o dos horas que hace que los alumnos pierdan el interés por la asignatura. No sólo es importante que los profesores conozcan los temas sobre los que dan clases, también lo es saber transmitirlo.

En muchas ocasiones nos topamos con un departamento, que al contrario de lo que éticamente es correcto, se dedica a suspender a un alto número de alumnos sin preocuparles su aprendizaje. Es como si un médico no pensara en cuidar al enfermo cuando ese es su trabajo.

La vida universitaria es algo que deberían conocer todos los jóvenes porque a pesar de todo lo que es mejorable es una gran experiencia y somos afortunados de poder vivirla.

Patricia García Duque

Alumna de Ingeniería agrícola en la Universidad de Sevilla

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